Miguel Ángel Martínez

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Bogotá, Cundinamarca, Colombia
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miércoles, 10 de abril de 2013


Ozzy Osbourne - Parque Simón Bolívar - Abril/16/2011-


Se sentó sobre la tarima como un niño retador que espera la reacción luego de la pilatuna, si hay alguien en el rock a quien preguntarle el abc de las travesuras sin importar su forma, es a Ozzy, ‘el príncipe’ en verdad es el rey en esto. Marcada la risa sobre los rostros del público colombiano continuaba el acto de uno de los padres del rock refundido por lustros para esta tierra indiferente que reconoce su figura en tan miserable Reality. El diario de este 'loco' contiene centenares de hojas demenciales, expediente que atinaba a ser corto pero dentro de la paradoja terrenal, la muerte (de visita en varias ocasiones) por fortuna apenas lo rozó, ni los gatos entienden cómo, es más, lo envidian. En medio del conflicto familiar desde su gélida tierra -Birmingham-  canalizó aquella energía insana en la garganta, motivado por las notas de los Beatles; sesudo, alineó aquel don vocal en Black Sabbath la banda más pesada que el universo jamás haya palpado. Fue así como Colombia entró en la historia de: dedos izados,  símbolo de paz, baño de agua, correría,  de un 'te amo Bogotá... entre la locura y cordura de un icono genuino tal vez quedamos más perturbados nosotros. 

sábado, 11 de diciembre de 2010



Ronnie James Dio ese pequeño gigante señalaba con su dedo al vacio, sus gestos empuñaban historias de cielo e infierno, de niños abandonados, de doncellas y caballeros; sustentado en la prodigiosa voz regalada por los Dioses y perfeccionada por él. Abajo del escenario, en un sitio poco digno para la leyenda Black Sabbath y para la gente, todos se hallaban despojados de las vestiduras del ego, libres de linajes se incrustaban en la miel o el aserrín de ese arte presentado la noche del 5 de mayo del 2009 en Bogotá. Nadie imaginaba que Dio, inventor del “mal de ojo”, inspirador de nuevas generaciones de músicos, se iría en pleno 2010, luego de batallar contra la consumidora enfermedad. Se fue pero antes nos hizo felices por la única y última vez, se fue pero antes nos hizo llorar de alegría, se fue pero dejo en las paredes del coliseo las cuerdas libertadoras de su voz, la humildad, y la consecuente lucha para que desde niños fuéramos criados con amor, para que “no habláramos con extraños”.