La luz destello justo atrás de su figura al momento de obturar, y esa aura de Dios se dibujo sin querer, humildemente. La vieja Birminghan dejó marcado en sus manos lo fría y despiadada que puede ser cuando no se toma en serio, pero no lo sobrepasó, construyó de aquella tragedia las fuerzas suficientes para darle al mundo, los riffs más siniestros de toda la historia del rock. Permanentes en cada “oponente” que tilda hoy por hoy la cuerdas de su propia banda. Mesurado y entregado, Tony Iommi quedó retratado para la eternidad de solo algunos fieles que rindieron tributo en Mayo de 2009, a la consagrada leyenda de la música universal, Heaven and Hell (Black Sabbath). Una vez más el infortunio toca su puerta, ahora obstinado quiere arrebatarle el cuerpo, pero guerrero, seguro de la condición humana, hoy pone su mente en la nueva reunión de Black Sabbath; en estudio, lucha confiado como la primera vez, que su toque sana, así, las circunstancias intenten cegarlo.
En la ruta del Rock me he topado con varias cosas aprendidas empíricamente, entre ellas capturar imágenes. De profesiones varias no todas tituladas, soy feliz cuando mi cámara se echa a rodar, con la única intención que los protagonistas de estas historias en vivo, recuerden cómo ser felices. Colombia netamente tropical saturada de sonidos bailables, donde se negó la opción a otros igual de relevantes, tomar de nuevo esos pasajes, obtura la memoria dibujando una sonrisa, producto del corazón.
jueves, 19 de enero de 2012
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