Miguel Ángel Martínez

Mi foto
Bogotá, Cundinamarca, Colombia

jueves, 23 de diciembre de 2010



La misma fuerza que le imprime a su pasión por la música, la utilizó para ondear la bandera de una patria en guerra. Un porcentaje de esta nación se reúne cada año a cumplir la cita, en un parque que lleva el nombre del libertador. Donde el color, la religión, la raza, los prejuicios, quedan afuera por lo menos tres días, donde el único idioma es la música y en cuyos recesos se debate cual es la banda favorita. Mientras tanto, crece La “mancha negra” cada minuto, colmando hasta los arboles, en busca de ese sentimiento, abrupto para el porcentaje restante (la mayoría), quienes miran con recelo. Símil de la navidad esta congregación es una sola familia.

sábado, 11 de diciembre de 2010



Ronnie James Dio ese pequeño gigante señalaba con su dedo al vacio, sus gestos empuñaban historias de cielo e infierno, de niños abandonados, de doncellas y caballeros; sustentado en la prodigiosa voz regalada por los Dioses y perfeccionada por él. Abajo del escenario, en un sitio poco digno para la leyenda Black Sabbath y para la gente, todos se hallaban despojados de las vestiduras del ego, libres de linajes se incrustaban en la miel o el aserrín de ese arte presentado la noche del 5 de mayo del 2009 en Bogotá. Nadie imaginaba que Dio, inventor del “mal de ojo”, inspirador de nuevas generaciones de músicos, se iría en pleno 2010, luego de batallar contra la consumidora enfermedad. Se fue pero antes nos hizo felices por la única y última vez, se fue pero antes nos hizo llorar de alegría, se fue pero dejo en las paredes del coliseo las cuerdas libertadoras de su voz, la humildad, y la consecuente lucha para que desde niños fuéramos criados con amor, para que “no habláramos con extraños”.