Las manos de Jordan Rudess acariciaban blancos y negros pasajes, atmosferas producidas al contacto llenaban oídos vírgenes hasta ese instante de los sonidos Dream Theather. En sus filas tienen un maestro en cada instrumento libre de codicia, juntos revierten la más sencilla o compleja melodía, causando el asombro del más inédito de los transeúntes, desviando el foco para contemplar mágicamente un destello armonioso como pocos. 4 años atrás se sintieron las vibraciones de la mejor manera posible, dicho sueño ya estaba dentro de ese teatro rock con la verdad estallando en el rostro. Al vivo… con los decanos.
En la ruta del Rock me he topado con varias cosas aprendidas empíricamente, entre ellas capturar imágenes. De profesiones varias no todas tituladas, soy feliz cuando mi cámara se echa a rodar, con la única intención que los protagonistas de estas historias en vivo, recuerden cómo ser felices. Colombia netamente tropical saturada de sonidos bailables, donde se negó la opción a otros igual de relevantes, tomar de nuevo esos pasajes, obtura la memoria dibujando una sonrisa, producto del corazón.
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