El agitaba sus brazos lentamente como si fueran alas, introduciendo su lírica, letras tan vigentes como la guerra de su nación. 20 años sosteniendo una institución a grito herido, contando una realidad cruda, historias de un gobierno opresor que llena de ignorancia a su pueblo para mantenerlo sometido. Pasajes de hombres violentos en un país del futuro “en un país que lo tiene todo”; pero de mente pobre y criminal. Si hay alguna banda en Colombia que represente la perseverancia, la verdad y la lucha, es La Pestilencia, en cabeza de Dilson Diaz. Un hombre que parece recordar siempre de dónde venimos y para donde vamos, mientras pone en caos musical a su pueblo, caos que refrenda para no caer en los mismos errores, para no convertir nuestras mentes en cárceles.
En la ruta del Rock me he topado con varias cosas aprendidas empíricamente, entre ellas capturar imágenes. De profesiones varias no todas tituladas, soy feliz cuando mi cámara se echa a rodar, con la única intención que los protagonistas de estas historias en vivo, recuerden cómo ser felices. Colombia netamente tropical saturada de sonidos bailables, donde se negó la opción a otros igual de relevantes, tomar de nuevo esos pasajes, obtura la memoria dibujando una sonrisa, producto del corazón.
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