Se sentó sobre la tarima como un niño retador que espera la reacción luego de la pilatuna, si hay alguien en el rock a quien preguntarle el abc de las travesuras sin importar su forma, es a Ozzy, ‘el príncipe’ en verdad es el rey en esto. Marcada la risa sobre los rostros del público colombiano continuaba el acto de uno de los padres del rock refundido por lustros para esta tierra indiferente que reconoce su figura en tan miserable Reality. El diario de este 'loco' contiene centenares de hojas demenciales, expediente que atinaba a ser corto pero dentro de la paradoja terrenal, la muerte (de visita en varias ocasiones) por fortuna apenas lo rozó, ni los gatos entienden cómo, es más, lo envidian. En medio del conflicto familiar desde su gélida tierra -Birmingham- canalizó aquella energía insana en la garganta, motivado por las notas de los Beatles; sesudo, alineó aquel don vocal en Black Sabbath la banda más pesada que el universo jamás haya palpado. Fue así como Colombia entró en la historia de: dedos izados, símbolo de paz, baño de agua, correría, de un 'te amo Bogotá... entre la locura y cordura de un icono genuino tal vez quedamos más perturbados nosotros.
En la ruta del Rock me he topado con varias cosas aprendidas empíricamente, entre ellas capturar imágenes. De profesiones varias no todas tituladas, soy feliz cuando mi cámara se echa a rodar, con la única intención que los protagonistas de estas historias en vivo, recuerden cómo ser felices. Colombia netamente tropical saturada de sonidos bailables, donde se negó la opción a otros igual de relevantes, tomar de nuevo esos pasajes, obtura la memoria dibujando una sonrisa, producto del corazón.
miércoles, 10 de abril de 2013
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