La misma fuerza que le imprime a su pasión por la música, la utilizó para ondear la bandera de una patria en guerra. Un porcentaje de esta nación se reúne cada año a cumplir la cita, en un parque que lleva el nombre del libertador. Donde el color, la religión, la raza, los prejuicios, quedan afuera por lo menos tres días, donde el único idioma es la música y en cuyos recesos se debate cual es la banda favorita. Mientras tanto, crece La “mancha negra” cada minuto, colmando hasta los arboles, en busca de ese sentimiento, abrupto para el porcentaje restante (la mayoría), quienes miran con recelo. Símil de la navidad esta congregación es una sola familia.
En la ruta del Rock me he topado con varias cosas aprendidas empíricamente, entre ellas capturar imágenes. De profesiones varias no todas tituladas, soy feliz cuando mi cámara se echa a rodar, con la única intención que los protagonistas de estas historias en vivo, recuerden cómo ser felices. Colombia netamente tropical saturada de sonidos bailables, donde se negó la opción a otros igual de relevantes, tomar de nuevo esos pasajes, obtura la memoria dibujando una sonrisa, producto del corazón.
jueves, 23 de diciembre de 2010
La misma fuerza que le imprime a su pasión por la música, la utilizó para ondear la bandera de una patria en guerra. Un porcentaje de esta nación se reúne cada año a cumplir la cita, en un parque que lleva el nombre del libertador. Donde el color, la religión, la raza, los prejuicios, quedan afuera por lo menos tres días, donde el único idioma es la música y en cuyos recesos se debate cual es la banda favorita. Mientras tanto, crece La “mancha negra” cada minuto, colmando hasta los arboles, en busca de ese sentimiento, abrupto para el porcentaje restante (la mayoría), quienes miran con recelo. Símil de la navidad esta congregación es una sola familia.
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